Absolutamente todos los perros nacen con parásitos intestinales que heredan del útero de su madre.
Aunque tener parásitos intestinales no es una enfermedad en sí misma, es algo que debe mantenerse bajo control para proteger la salud del animal.
Existen dos tipos de parásitos especialmente resistentes: las giardias y los coccidios. Estos microorganismos se adhieren a la pared intestinal y se alimentan de la flora intestinal, lo que puede provocar síntomas como dolor abdominal, diarreas mucosas e incluso diarreas sanguinolentas.
Aunque en el núcleo seguimos un protocolo de desparasitación muy riguroso, enfrentamos dos desafíos importantes:
- Comportamiento coprófago en los cachorros: A estas edades, los perros tienen el hábito de comer heces, lo que facilita la reingestión de los parásitos que han sido expulsados.
- Estrés al cambio de hogar: Cuando un cachorro sale del núcleo, especialmente si nació allí, el cambio de ambiente puede generar estrés. Esto debilita su sistema inmunológico, permitiendo que los parásitos se desarrollen más rápidamente.
Por estas razones, recomendamos a nuestros clientes desparasitar al cachorro durante los cinco días posteriores a su llegada a casa. Además, es fundamental continuar con la desparasitación a lo largo de toda la vida del perro para garantizar su bienestar y salud.
Recuerda: un perro sano es un perro feliz, y la desparasitación juega un papel crucial en este aspecto.